Presentamos la reseña de La Cenicienta, no la versión de Charles Perrault, sino la escrita en verso por Gabriela Mistral en 1926 y editada casi 90 años después como álbum ilustrado en Chile.
Esta publicación ha obtenido prestigiosas distinciones como el Premio a la Edición Ilustre Mun. de Santiago 2013, la Mención de Honor Bologna Ragazzi Award 2014 y el Premio de la Unesco Best Book Design Libro Más Bello 2014.
Gabriela Mistral (1889-1957) fue una poetisa, diplomática, profesora y pedagoga chilena. Recibió el Premio Nobel de Literatura en 1945, siendo la primera mujer iberoamericana y la segunda persona latinoamericana en recibirlo. Como poeta, es una de las figuras más importantes de la literatura chilena y latinoamericana. Entre sus obras destacan Desolación, Tala y Lagar.
Alrededor de 1925-1926, esta autora chilena versificó los cuentos de Caperucita Roja, La Bella Durmiente del Boque y La Cenicienta, según la versión de Charles Perrault, y Blanca Nieve en la casa de los enanos, inspirándose en en la versión de los hermanos Grimm. Se publicaron en suplementos literarios de revistas colombianas; en el caso de La Cenicienta, se editó en Lecturas Dominicales del diario El Tiempo, de Bogotá.
Los poemas, inspirados en estos cuentos clásicos, son didácticos y remarcan los valores morales cristianos, ofreciendo a los niños un nuevo punto de vista con estas poesías bellas y pegadizas. En La Cenicienta, las consecuencias de las malas acciones llaman la atención de los niños, los cuales aprenden que la maldad lleva a la infelicidad.
Gabriela Mistral versiona el cuento clásico de La Cenicienta, respetando la original, sin cambiar el final como los hermanos Grimm, sin abusar de diminutivos ni onomatopeyas, siguiendo a Charles Perrault, pues la escena del baile aparece dos veces. Su versión tiene muchos matices que, si no prestáramos la debida atención, a los adultos que ya conocemos la historia nos pasarían desapercibidos.
Por un lado, la autora intenta americanizar este cuento de origen europeo. Por ejemplo, dice «cobre y plata», en lugar de oro y plata, haciendo un claro guiño a la minería chilena; y «lagartos azules«, que no existen en Europa.
Por otro, la poetisa chilena muestra su concepción cristiana de la vida. Escribe, por ejemplo, «penitente saya», que nos trae a la mente la imagen de los penitentes de Semana Santa; y «Encenizada», como defensa del humilde.
El crítico literario Manuel Peña Muñoz destaca el léxico rico y exótico de la autora en este poema. «Se paran guzlas» instrumentos musicales de una cuerda que se usaban para recitar poesía. «Sube al carruaje que / como una jabalina escapa»: se refiere a la hembra del jabalí que huye cuando es sorprendida. «Cuarenta heraldos / voceando pregón de su majestad»: referencia manifiesta a la tradición judeo-cristiana, pues son 40 los ladrones de Alí Babá, 40 los días que navegó el Arca de Noé, 40 los días que ayunó Jesús en el desierto, de ahí la Cuaresma. «Zapatito de cristal / más menudo que la ampolla de la sal»: exageración del tamaño del zapato. «Piececito de almendra». Ejemplos de enriquecimiento del cuento clásico con matices casi inapreciables.
Es obligatorio destacar el trabajo de Bernardita Ojeda que, con sus ilustraciones, sin duda alguna, ha renovado la imagen de este cuento clásico y versificado a principios del siglo pasado. Le da al poema un aire real, la ceniza del fogón, a la vez que fantástico, el baile con el príncipe en el palacio.
Por ultimo, queremos decir que, en los versos de La Cenicienta, la humildad, la honestidad y la lealtad ganan y reciben como premio el amor, igual que sucede en todos los cuentos de hadas.
Música: yourtunes
Ficha técnica
La Cenicienta
Gabriela Mistral
Ilustraciones de Bernardita Ojeda
32 páginas. Editorial Amanuta. Santiago, Chile, 2017